lunes, 23 de febrero de 2015

El perro que no se hunde.

Todo lo que hay en Goya , al igual que sucede con la mayoría de los grandes genios universales, no sólo de las artes plásticas, es anacrónico e intemporal. Sus símbolos , mensajes, susurros o gritos nos llegan como ecos reverberantes a lo largo del tiempo de forma clara y nítida. Podría haber escogido otras muchas obras del arte o de la literatura universal para inaugurar esta arqueta por la que pretendo desaguar mis impresiones,ideas, u opiniones que hasta ahora no me había animado a lanzar al universo del ciberespacio a través de un blog, pero he decidido hacerlo con Goya y con una obra de la serie que más fuerza y profundidad trasmiten al espectador: Las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo, debido, precisamente, a que encarnan esa intemporalidad y anacronismo al que hacíamos referencia y nos golpean desde el pasado con un revés de actualidad, y que en este caso, a la vez, nos sirven para hacer juegos de realidad con lo que en España, 200 años después de que Goya pintase a su perro junto al marco de la puerta de su casa, muchos se empeñan en gritar e ilusionarnos con juegos de espejos mientras gritan: " !Pasen y vean¡" 



"Pobre perro que se está hundiendo..." "Está mirando a quien no lo va a rescatar mientras se ahoga en el barro" es lo primero que nos lleva a pensar la observancia de esta pintura, sin duda. Yo caí en ese análisis la primera vez que lo observé. Un perro que se hunde, que mira con benevolencia,con ese instinto corderil que todos sabemos que tienen los perros cuando se tienen que enfrentar al castigo de su amo, y que ya resignado, acepta en soledad sin queja . "Qué genialidad la de Goya, que maestría que es capaz de captar toda esa fuerza psicológica y dramatismo en la mirada del perro" y es ahora cuando nos preguntamos ¿qué narices tiene que ver el perro de Goya con la actualidad? _Pues todo lo que queramos ver, ni más ni menos, y que tiene mucha relación con el título del blog con el que  inauguro "La Iberia Sumergida."

Podemos pensar que Goya encarnó en ese perro esa Iberia sumergida  de la Guerra de la Independencia, la de la victoria de toda una nación sobre el invasor,con sus heroicidades y sus desastres, la del fracaso de los intentos constitucionalistas de las Cortes de Cádiz de 1812 y el retorno del proceso Restaurador con el indeseable  "Deseado "; esa España que se hunde irremediablemente castigada injustamente por los que tienen poder sobre ella, los que dirigen los designios sobre el devenir de los gobernados, los que apabullan con sus miserables ambiciones, los que lanzan al perro al fango y ríen desde el promontorio. Podemos pensar que esa Iberia que se ahoga enlozada es la Iberia de hoy, la España que muchos nos quieren hacer ver, la que nos reflejan los juegos de espejos, las ilusiones de lo que queremos ver y nos empujan a ver, el perro que se hunde, el perro que clama piedad y misericordia, la España que nos pintan de color fango...Podemos pensar que ese es el país que algunos mercachifles disfrazados de gitano llamado Strombolli en "Pinocho", nos quieren pintar, el que no tiene salvación, el que agoniza y no protesta a su destino. Podemos hacer ver lo que queremos hacer ver, Podemos ver lo que no es. Podemos...

Un golpe de realidad, una china contra el espejo, un grillo que se mete en la cerradura de la jaula para que este espejo se resquebraje y esa jaula se abra y todo ese espectro de ilusiones golpee a plomo contra el suelo. 



Fotografía realizada por J. Laurent, hacia 1874, que muestra el estado de la obra antes de ser trasladada del muro de la Quinta del Sordo

En 1909 , Valerian von Logan, conservador del Museo de Berlín, en su artículo  La España Moderna,  escribió: «Detrás de una roca del primer término se ve una cabeza de perro, que quiere coger pájaros». Ni más, ni menos...

A fines de 2010, otro estudio de las imágenes de Laurent realizado por Carlos Foradada, pintor y profesor de Historia del Arte, difundió en los medios de comunicación que Goya había pintado parte del lomo del perro, una gran roca y sobre ella dos aves, a las que mira el can.

Todo se cae, resulta que el perro no se hunde, no se ahoga, no agoniza en soledad. El perro no es maltratado ni ha sido arrojado al fango, el perro no clama clemencia; el perro acecha, se oculta y está fijando su objetivo. Los papeles cambian, el perro no es la nación maltratada, semihundida, el perro es el cazador que espera y se oculta tras una roca que lo protege. Ahora España son los pájaros que revolotean inocentemente y sin percibir el peligro sobre su cabeza, nada es lo que parecía ser, nada es según nos lo habían mostrado. Demasiado tarde, el perro mueve ligeramente sus orejas hacia delante, recoge sus patas traseras para impulsar su salto y entreabre su hocico del que emerge un hilo de saliva. Ya no hay vuelta atrás.

Está claro; Podemos ver lo que no es. Podemos hacer ver lo que no somos.